domingo, 21 de octubre de 2007

El vino y el peso corporal.

Aumentar o bajar de peso continuamente es tan enigmático que la ciencia apenas ha empezado a comprenderlo, mientras abunda la información equivocada. A menudo se culpa al consumo de vino, en cualquier cantidad, como una causa del aumento de peso, de agotamiento, o más aun, como un beso de muerte.
Primero debemos revisar los aspectos nutricionales del vino, el vino de mesa contiene alrededor de 80 calorías por cada cuatro onzas, el equivalente a una copa estándar, las cuales se derivan principalmente del contenido alcohólico, al 12% en volumen. El vino dulce y aquéllos con mayor contenido de alcohol, producen más calorías, aunque no tantas como se temería. El oporto con 20% de alcohol y 10% de azúcar residual, nos impacta con 178 calorías por cada copa estándar de cuatro onzas, mucho menos de lo que contiene un suculento postre.

El vino de mesa, no contiene carbohidratos (como el azúcar o los jarabes), por lo que aún los diabéticos lo pueden beber, siempre y cuando coman cuando lo ingieren (de otra manera corren el riesgo de sufrir una baja en los niveles de azúcar en sangre) Para los millones de dietistas afectos al weight-loss, el vino es “carb-free”, esto es, “libre de carbohidratos”. Así también debe señalarse que el vino no contiene proteínas ni grasas y solamente tiene una cantidad insignificante de vitaminas y minerales: lo que no significa que sea un suplemento alimenticio. (Quienes abusan en el consumo de vino, absorben todas sus calorías y corren un doble daño, tanto por la sobredosis del alcohol que ingieren, como por la desnutrición que sufren). Para quienes deben restringir su ingesta de sodio, el vino no constituye una amenaza. El vino de mesa es 86 ú 87% agua y 12% alcohol etílico (etanol). Además, el vino está compuesto por muchos elementos, antioxidantes polifenólicos que le dan color, sabor y ayudan a su conservación; así como por ésteres y ácidos que contribuyen a su aroma y junto con el alcohol, tal vez ayuden a mejorar la salud y prolongar la longevidad. El alcohol es el único de los componentes que conlleva riesgos si se bebe en exceso, y salvo en casos excepcionales, algunos de los componentes que pueden producir alergias. La relación entre el consumo de alcohol y el peso parece aún más compleja que los valores o restricciones asociados a determinada dieta.

El procesamiento de las calorías derivadas del alcohol difiere entre hombres y mujeres. Los hombres por lo general, tienden a depositar el exceso de grasa en la cintura. Asimismo, sin saber a ciencia cierta porqué, pero desde hace mucho se conoce que, las mismas calorías provenientes del vino, son menos aparentes que aquéllas producidas por la cerveza, lo que lleva a tener una “panza cervecera”. Por su parte, las mujeres son más propensas a depositar el exceso de grasa en las caderas. Y por consabido, la acumulación de grasa, donde quiera que sea, más que un tema cosmético, puede constituir un factor de riesgo para el corazón. Cuando las mujeres beben en exceso, o incrementan el número de copas en que ingieren en determinado tiempo, el número de calorías producidas tiende a ocultarse; suben menos de peso, con relación al número de calorías ingeridas. Algunas observaciones muestran que, en el caso de las mujeres, el alcohol tiende a producir una pérdida de peso. El caso de “las calorías perdidas”, permanece en el misterio. Tal vez el alcohol provoca determinada pérdida de energía o altera algún proceso metabólico. Por lo general el alcohol no convierte en obesas a las personas delgadas, pero hace que los obesos lo sean más. En general, el consumo de vino con moderación no conlleva a aumentar de peso, ni a cambios indeseables en la química corporal. Por el contrario, afortunadamente el consumo moderado usualmente ayuda a corregir el exceso de peso y a reducir los riesgos por diabetes y enfermedades cardiovasculares. Pero, cuando el consumo es fuerte, aunado a un exceso en la ingesta de grasas, lo que dificulta llegar a un estado de saciedad. De tal forma que, cuando la persona busca sentirse satisfecha, incrementa su ingesta de calorías, lo que conduce a un aumento de peso. Un estudio que duró cinco años, realizado en Londres, con 7,608 hombres de mediana edad indica que el consumo de una a tres copas diarias no conduce a un aumento de peso. Mientras que el ingerir más de tres copas diarias, sí produce aumento de peso y genera obesidad, independientemente del tipo de bebida alcohólica que se consuma. Quienes consumen destilados, tienden a ser consumidores más fuertes que quienes consumen vino o cerveza. Los informes sobre pérdida de peso por parte de algunas personas obesas, han producido gratas sorpresas. Aquellos pacientes que consumieron entre 7 y 36 onzas de vino a la semana, perdieron, de manera significativa más peso, que quienes no bebieron y que aquellos quienes bebieron en cantidades excesivas. Aquéllos que consumieron más de 36 onzas, incluso mejoraron en cuestión de peso (aunque debe señalarse que dicha cantidad constituye el límite que no deben exceder las mujeres. Todos los bebedores de vino obtuvieron beneficios adicionales en su salud durante el tiempo que duró el estudio.Existe evidencia y suficientes argumentos para afirmar que el consumo de alcohol con moderación puede ser benéfico para las personas obesas, y conllevar ventajas para la salud, como la pérdida de peso. Sin embargo, me preocuparía por mantener un consumo más que moderado por un período prolongado. Quienes verdaderamente requieran estar atentos a las condiciones de su peso, tal vez puedan encontrar algunas alternativas en el beber con moderación.


Extracto de:
http://www.alcoholinformate.org.mx/saborsaber.cfm?articulo=86

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